Linda Evangelista fue una de las modelos más importantes de los 90. Gracias a ella y sus compañeras se inventó el término supermodelo. Pero un tratamiento cosmético llegaría a cambiar su vida y a afectar su autoestima y el rostro que le mostraba al mundo.
Durante los últimos cinco años, Linda Evangelista ha estado recluida en su casa, ocultando las marcas de un fallido tratamiento que ella considera que la dejó “desfigurada”.
A sus 56 años, decidió mostrarse por primera vez en una entrevista con la revista People, en la que asegura que quiere recuperar su vida, sin dejar que su imagen gobierne lo que hace o cómo se siente sobre ella misma. “No me voy a esconder más”, declaró.
Todo comenzó cuando decidió probar un tratamiento no invasivo, alternativo a la liposucción, llamado congelamiento de grasa. A los tres meses de haberse hecho las sesiones, la modelo comenzó a notar bultos en el rostro, el pecho y los muslos.
Esas áreas que había querido minimizar comenzaron a crecer y a endurecerse. Linda Evangelista optó entonces por hacer dieta y ejercicio, pero no veía resultados. Cuando fue la médico, aseguró que estaba, literalmente “muriendo de hambre”, y fue entonces cuando su vida cambió.
Su médico la diagnosticó con hiperplasia adiposa paradójica (HAP). “Me dijo que ninguna dieta ni ningún ejercicio iban a solucionarlo”.
También te puede interesar: Pete Broadhurst, el hombre que lleva casi 3 años sin poder cerrar los ojos tras una mala cirugía plástica
La hiperplasia de Linda Evangelista
La hiperplasia adiposa paradójica es un efecto secundario muy raro del tratamiento de congelación de la grasa. Afecta al 1% de los pacientes y hace que el tejido graso afectado se engrose y expanda. Ni siquiera una liposucción puede arreglarlo.
Hasta la fecha, Linda Evangelista se ha sometido a dos grandes liposucciones, pero el tejido graso ha seguido creciendo. “Los bultos son protuberancias. Y son duras. Si ando sin faja con un vestido, tendré rozaduras hasta el punto de casi sangrar. Porque no es como un roce de grasa suave, es como un roce de grasa dura”, explicó.
“No me miro en el espejo. No me veo como yo”, dijo Evangelista, quien demandó a la compañía responsable del procedimiento estético por 50 millones de dólares, alegando que ya no podrá volver a trabajar como modelo.
Durante su carrera, tuvo 11 portadas de Vogue y desfiló para Chanel y todas las grandes marcas de alta costura. Todo eso ahora parece un pasado lejano.
“¿Por qué sentimos la necesidad de hacer estas cosas? Siempre supe que iba a envejecer. Y sé que hay cosas por las que un cuerpo pasa. Pero no pensé que me vería así… No me reconozco físicamente, pero tampoco me reconozco ya como persona. Ella como que ya no está”, dice, refiriéndose a su pasado de supermodelo.
Pero en ese proceso de aceptar su nueva condición, ha tenido el apoyo de otras modelos como Cindy Crawford, quien le dijo: “¡Tu fuerza y tu verdadera esencia son siempre reconocibles e icónicas!”.