Seguramente has visto, o al menos escuchado, la película ‘El silencio de los inocentes’ o ‘Hannibal’, en donde se centran en la vida del asesino ‘Hannibal Lecter’, uno de criminales más perturbadores del cine.
Aunque la historia planteada en las películas puede ser realmente perturbara, está basada en hechos ocurridos en la vida real. Se trata de Robert Maudsley, quien ha sido nombrado como el asesino más peligroso de todo el Reino Unido
El hombre entró a un centró penitenciario en 1974, condenado a cadena perpetua por el asesinato de John Farrell, de 30 años. Y como si esto no fuera suficiente, en 1979, mientras cumplía su condena, le quitó la vida a tres personas en la cárcel.
Fue entonces cuando las autoridades británicas tuvieron que tomar medidas severas para proteger a los demás reclusos, y diseñaron una celda especial para él, quien es uno de los más de 60 delincuentes británicos que nunca serán liberados.
La celda de cristal en la que vive Robert Maudsley
Tras cometer los crímenes en prisión, Robert Maudsley fue trasladado a una celda de cristal, similar a la que se muestra en la película. El lugar solo tiene 5,5 metros de largo por 4,5 metros de ancho, cuenta con unas ventanas a prueba de balas, por las cuales los oficiales lo pueden vigilar durante todo el día.
Maudsley únicamente puede salir una hora al día al patio para hacer ejercicio y estando afuera, no se le permite tener contacto con ningún otro recluso.
En su celda de máxima seguridad, hay una mesa y una silla, las cuales están hechas de cartón comprimido. El inodoro y el lavamanos están fijados al suelo y la cama del sitio es una piedra de hormigón.
Además, la celda está rodeada de gruesos paneles acrílicos transparentes y tiene una pequeña abertura en la parte inferior por donde recibe la comida.
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Robert Maudsley tuvo una infancia difícil
Robert nació en Toxteth, cerca de Liverpool, en una familia de doce hijos, quienes sufrían constantes abusos por parte de sus padres.
Sus primeros años de vida los pasó en un orfanato religioso ubicado en Liverpool; sin embargo, al cumplir 8 años volvió a casa con sus papás. Por desgracia, no era un lugar seguro y los momentos de peleas y malos tratos se volvieron recurrentes.
“Lo que más recuerdo de esos momentos eran los golpes. Una vez estuve encerrado en mi habitación por seis meses”, recordó sobre su infancia.
Finalmente, les quitaron la custodia a los padres y con 16 años, Maudsley fue trasladado a una casa de acogida de Londres, donde empezó a consumir sustancias psicoactivas.
Robert tuvo que buscar ayuda psiquiátrica tras infligirse daño severo él mismo en varias ocasiones. Durante sus sesiones con los médicos, Maudsley aseguraba que oía voces en su cabeza.
Desea ponerle fin a su vida tras años encarcelado
En el año 2000, Robert Maudsley pidió que lo dejaran morir. El hombre escribió una carta en donde aseguraba que no tenía sentido seguir viviendo cuando pasaba 23 horas al día encerrado. Además, aseguró que era un gasto para el país.
De no concederle la petición, solicitó permiso para jugar juegos de mesa con los guardias o un tener un pájaro como mascota y prometió no hacerle nada. Asimismo, pidió una televisión para saber qué ocurría afuera y cintas de música.
Sus peticiones jamás fueron escuchadas y Maudsley sigue aislado del mundo en su celda de cristal. En el 2003, volvió a escribir y aseguró que su “vida en solitario es un largo período de depresión ininterrumpida”.
“Las autoridades de la prisión me ven como un problema, y su solución ha sido ponerme en confinamiento solitario y tirar la llave, enterrarme vivo en un ataúd de concreto. No les importa si estoy enojado o mal. No saben la respuesta y no les importa siempre y cuando me mantengan fuera de la vista y de la mente. Me dejan estancar, vegetar y retroceder; afrontar mi solitario enfrentamiento con personas que tienen ojos, pero no ven y que tienen oídos, pero no oyen, tienen bocas pero no hablan. Mi vida en solitario es un largo período de depresión ininterrumpida”.