Terry Jon Martin, un excriminal de 76 años, se declaró culpable del robo de un par de zapatos de rubí que Judy Garland utilizó en la película ‘El mago de Oz’. Según su abogado, Martin cedió a la tentación de “un último golpe” después de ser convencido por un exasoaciado de la mafia de que las joyas reales justificaban el valor de un millón de dólares de dichos zapatos.
La defensa de Martin reveló todos los detalles detrás del robo cometido en 2005 en el Museo de Judy Garland en el pueblo natal de la fallecida actriz, Grand Rapids, Minnesota.
El exmafioso utilizó un martillo para romper el vidrio de la puerta y la vitrina del museo. De esta forma, Martin sustrajo las zapatillas con la esperanza de extraer los supuestos rubíes reales para venderlos.
Pero, tal y como confesó, una vez supo que las gemas eran de vidrio, desechó las zapatillas a los dos días después del robo.
Martin confesó haber robado los zapatos de rubí de ‘El Mago de Oz’.
Aunque el FBI recuperó los zapatos en 2018, Martin fue acusado hasta el año pasado. Sin embargo, se determinó que la salud de Martin es tan delicada que físicamente es incapaz de representar una amenaza para la sociedad.
El hombre requiere oxígeno continuo debido a una enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Además, se encuentra en cuidados paliativos con una esperanza de vida de menos de seis meses.
Según el abogado, en ese entonces Martin no era consciente del importante significado cultural de las zapatillas y jamás había visto la película.
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En la solicitud, también la defensa le pide al juez considerar los eventos traumáticos de exmafioso como una difícil niñez. O la pérdida del nacimiento de sus gemelos mientras se encontraba en libertad condicional; y el episodio traumático de la muerte de los bebés. Dichos acontecimientos, asegura el abogado de Martin, lo llevaron por un “camino oscuro”.
Actualmente, las zapatillas de rubí tienen un valor actual de mercado de alrededor de USD 3,5 millones de dólares. Los tacones, que Judy Garland lució durante el rodaje del clásico musical de 1939, son uno de los cuatro pares auténticos que se sabe que aún existen.
Los zapatos hurtados fueron donados al museo por parte del coleccionista de memorabilia de Hollywood Michael Shaw.