Rescatar a un perro y adoptar es, sin duda, una de las mejores maneras de dar una segunda vida a un animal que se la merece. Es por eso que la historia del perro Basher te conmoverá.
Los refugios de animales son tan importantes en cualquier sociedad. Sin embargo, también es una realidad que muchos de esos perros se quedan por más tiempo de lo que cualquiera pensaría mientras esperan que una familia amorosa los adopte.
Ese es el caso de Basher en el refugio RSPCA Cornwall en Inglaterra. La razón por la que muchas familias se sentían intimidados por ese dulce perro era su gran tamaño y peso: con 182 centímetros de alto y 60 kilos, generalmente la reacción que causaba en quienes lo veían era de temor.
Y aunque generalmente la gente elige cachorros de raza “amigable” para llevarse a casa e incluirlos en la familia, Basher no parecía atraer a nadie lo suficiente como para que lo llevaran.
Basher, el perro que era rechazado por ser “muy grande” que al fin adoptaron
Un miembro del personal de RSPCA Cornwall, Sammy Howard, contó que esos miedos son completamente infundados, pues “Basher es tan gentil y bobo. La gente probablemente lo vería y pensaría que es grande y aterrador, pero eso no podría estar más lejos de la verdad. Él no tiene un hueso malo en su cuerpo”
“Siempre es desgarrador ver la cantidad de animales que esperan en los refugios de rescate, pero Basher fue especialmente difícil porque todos teníamos un vínculo muy fuerte con él y solo queríamos lo mejor para él”, dijo Howard. “Sin embargo, a medida que pasaban los meses, nunca perdimos la esperanza de que hubiera alguien para él”, agregó.
Todo cambió cuando luego de ser transferido de un refugio de animales a otro y una espera de años, por fin le llegó la oportunidad de ser adoptado.
Una familia que lo vio supo instantáneamente que Basher era el indicado para integrar a su hogar. Fue así como este dulce perro encontró una segunda oportunidad a una vida amorosa y en familia.
En total, pasaron 448 días desde que Basher llegó al refugio hasta que fue adoptado.
Howard contó que cuando Basher se fue, “el sentimiento fue indescriptible. El equipo que trabajaba más cerca de él estaba llorando cuando se fue“, agregó.
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