Un gato con un chaleco negro y amarillo pasa revista a una fila de guardias de seguridad que forman fila frente a un edificio de oficinas de Manila, la capital de Filipinas, a la espera de instrucciones.
‘Conan’, el cachorro de seis meses, es uno de los afortunados animales que ha sido adoptado por los guardias de seguridad en Manila, donde miles de gatos viven en las calles.
El felino no dispone de las mismas destrezas de vigilancia que los perros y tiende a quedarse dormido durante sus funciones, pero su ternura y compañía le ha granjeado el cariño de estos guardias que trabajan en aburridos turnos de 12 horas.
‘Conan’, un gatito que fue rescatado y ahora trabaja junto a guardias de seguridad en Filipinas
‘Conan’ fue rescatado a las semanas de edad por un amo de llaves de un edificio, que lo encontró maullando en el garaje. Por accidente, terminó con la función de gato de seguridad después de la muerte de su predecesor, ‘Mingming’.
Los guardias, de luto por la pérdida de su peludo compañero, decidieron nombrar a ‘Conan’ como reemplazo para hacer más llevaderos sus turnos.
“Si Conan no está por aquí, no estoy motivado”, dice el guardia Aljon Aquino, de 30 años, a la agencia AFP. “Me quita el estrés”, asegura.
También puedes leer: Un gato se viralizó en TikTok por sus dotes como cantante… ¿Quién lo creería?
La historia de ‘Conan’ se ha vuelto viral en redes sociales
Las fotos de ‘Conan’ con su chaleco de seguridad tumbado en el escritorio junto a una imagen de su predecesor ‘Mingming’, han sido compartidas miles de veces en Facebook.
El felino de pelaje castaño y blanco, es uno de las decenas de gatos vagabundos que viven en ese edificio comercial y de oficinas.
Los propietarios y trabajadores los dejan merodear e incluso ponen dinero para comprarles comida. Pero ‘Conan’ muestra poco interés en ayudar a sus colegas humanos en sus labores de seguridad, como inspeccionar las bolsas de los clientes y los trabajadores que entran al edificio. El animal prefiere dormir, holgazanear frente a una cafetería cercana o perseguir pelotas por el suelo de baldosas para regocijo de los transeúntes.
“A veces la gente lo carga porque es muy simpático”, dice Aquino, que juega con el animal golpeándolo cariñosamente con la porra. “Le gusta el trabajo”.