La Rosa de Jericó es una planta única y llamativa conocida por su capacidad de sobrevivir en condiciones extremas de sequía y revivir una vez que encuentra agua.
Esta especie es un helecho que tiene su origen en los desiertos de Palestina, Arabia y Egipto. Su nombre científico es Anastatica hierochuntica, y esta planta asombrosa cuenta con adaptaciones extremas a la sequía, lo que la convierte en un cultivo ideal para jardineros con poca experiencia.
También se caracteriza por tener tamaños reducidos y rara vez puede crecer más allá de los 15 centímetros de altura. Su mayor distintivo es su estrategia de supervivencia en condiciones de sequía: cuando la planta se ve sometida a un clima seco, encoge tanto sus raíces pequeñas como su parte aérea, convirtiéndose en una bola seca y muerta. Sin embargo, una vez que recibe agua, la planta revive recuperando su color y vitalidad, incluso después de años de su estado seco.
Cuidados de la Rosa de Jericó en macetas
Luz solar
La Rosa de Jericó es una planta fuerte y resistente que puede adaptarse a los climas más secos y calurosos. Para mantenerla sana y floreciente en una maceta, es necesario que reciba al menos 8 horas de luz al día.
Aunque puede tolerar la luz solar directa, esta planta también puede crecer y desarrollarse con luz indirecta siempre que sea abundante.
Temperatura
Como planta de clima caluroso, la Rosa de Jericó no tolera los ambientes helados. De hecho, necesita estar en temperaturas por encima de los 16 ºC para prosperar. Las heladas o cambios drásticos de temperatura, incluso si son puntuales, pueden dañarla o acabar con ella.
Riego
El riego de la Rosa de Jericó en maceta dependerá del clima o la estación en la que esté. Te explicamos cómo adaptar el riego de acuerdo a las condiciones climáticas:
En meses cálidos: durante esta temporada la Rosa de Jericó normalmente necesitará entre 2 a 3 riegos semanales para evitar que entre en su fase de sequía y mantenerla verde y hermosa.
En climas húmedos: en estaciones más húmedas, los riegos pueden ser más espaciados. También puedes probar colocando un plato bajo la maceta y llenarlo de agua, de forma que la planta absorba la humedad a través de los agujeros de drenaje.
En climas muy secos: en climas extremadamente calurosos o secos, la planta agradecerá que se pulverice agua sobre sus hojas una o dos veces al día, además de los riegos.
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Abono y nutrientes
Aunque no requiere un abonado frecuente, proporcionar nutrientes a la Rosa de Jericó ayudará a asegurar que se mantenga fuerte y florezca en el momento adecuado.
Lo mejor es que utilices fertilizantes orgánicos como humus de lombriz o compost. Bastará solo con añadirlo al sustrato al inicio de la primavera, con la llegada de las temperaturas altas. Un aporte anual será suficiente.
Sustrato
Este helecho no es exigente en cuanto al tipo de suelo y es capaz de crecer en prácticamente todos los tipos de sustratos y tierra comunes. Incluso los suelos ácidos o con un pH bajo no serán demasiado problemáticos para la planta.
Para proporcionarle unas condiciones idóneas, puedes utilizar un sustrato suelto, aireado y ligero, enriquecido con materia orgánica como humus de lombriz. La mezcla universal de turba, fibra de coco y humus a partes iguales funcionará perfectamente, enriquecida con un poco de vermiculita y perlita.
Poda
La Rosa de Jericó no requiere mucha poda, ya que su crecimiento es lento y compacto. Sin embargo, puedes eliminar las hojas secas o dañadas para mantenerla saludable y con un aspecto atractivo.
Así que si eres amante de la jardinería o te gusta coleccionar plantas en macetas, con estos cuidados básicos podrás disfrutar de la belleza y versatilidad de la Rosa de Jericó durante muchos años.