Aunque la literatura de terror es asociada mayormente a escritores masculinos, también hay autoras destacables en este género, como es el caso de Shirley Jackson. Una mujer que se convirtió en todo un hito gracias a sus relatos siniestros.
Esta novelista no solo escribió historias, sino que abrió puertas hacia lo insólito, caminando con elegancia y malas intenciones por la mansión de los géneros literarios.
Su obra, que abarca desde la literatura infantil hasta cuentos siniestros y novelas góticas, ha cautivado a lectores de todo el mundo. Pues, pese a no recibir el prestigio que merecía en vida fue una figura conocida en Estados Unidos.
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¿Cómo fue la infancia de la escritora Shirley Jackson?
La vida de Jackson fue tan intrigante como sus historias. Nacida en San Francisco, California, en circunstancias no muy acogedoras, su camino hacia la escritura fue desafiante.
Durante su infancia sentía que no encajaba en su familia ni con otros niños, por lo que pasaba mucho de su tiempo leyendo y escribiendo. Sin embargo, era una rutina que angustiaba a su madre, quien prefería a su hermano, al que sí consideraba ‘normal’.
Esta situación continuó hasta su adolescencia, una etapa en la que destacaba su inseguridad por creer que no cubría las expectativas de belleza impuestos por la sociedad. Pero al llegar a la universidad, luego de pasar por algunos desafíos, encontró finalmente un lugar en el que creció creativa y socialmente.
En la Universidad de Siracusa (Nueva York) conoció al profesor y crítico literario Stanley Edgar Hyman, con quien se casó finalmente en 1940 al terminar sus estudios en periodismo. Ambos se mudaron a un pequeño pueblo en Vermont, donde la presencia ‘intelectual’ de Shirley generó incomodidad.
Su vida familiar, aparentemente normal, escondía notas de ideas para sus historias en cada rincón. Un ejemplo de ello fue su matrimonio, el cual no resultó como lo esperaba. Según los biógrafos de la escritora, estuvo fuertemente cuestionado debido a las infidelidades de Hyman. Pues, él no creía en la monogamia y prefería los aspectos de una relación abierta.
Sus primeras obras
Sus relatos, publicados por primera vez en revistas como The New Yorker, capturaron la atención de lectores ávidos de sus reflexiones agudas y divertidas sobre la vida como esposa y madre. Su libro ‘Life Among The Savages’ (1952) recopiló estos relatos, narrando su mudanza a un pequeño pueblo en Vermont, desafiando las expectativas de la sociedad conservadora que la rodeaba.
Pero fue en 1948 cuando todo cambió con su cuento ‘La lotería’. Este relato, brutal y explícito, marcó un giro en su carrera. Las cartas de sus lectores, antes llenas de elogios y comprensión, se volvieron críticas y acusatorias.
Jackson, lejos de responder, optó por dejar que su obra hablara por sí misma. Este cuento, a pesar de su contenido impactante, se ha convertido en una obra maestra que desafía las convenciones del género.
Muchas mujeres se sintieron identificadas con Jackson, especialmente aquellas de clase media que buscaban su voz en la escritura. Sin embargo, la autora tomó un giro inesperado con ‘La lotería’, recibiendo críticas de horror y desdén. Pues ella se encargó de desafiar las expectativas y se convirtió en una pionera que exploró la oscuridad de lo cotidiano.
El legado de Shirley Jackson
Más allá de la controversia, Shirley Jackson dejó un legado con obras como ‘La maldición de Hill House’ (1959). Esta novela, que explora la fragilidad mental dentro de una casa encantada, se convirtió en un éxito y fue adaptada al cine en ‘La mansión encantada’ (1963). Su habilidad para tejer historias de horror en entornos urbanos y domésticos la destacó como una maestra única del género.
Otra joya literaria es ‘Siempre hemos vivido en el castillo’ (1962), un cuento gótico sobre las hermanas ‘Blackwood’ que viven aisladas en su casa ancestral. Aquí, la autora transformó la rareza de los personajes en una narrativa encantadora, ocultando oscuros secretos detrás de fachadas aparentemente inofensivas.
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Jackson no fue solo una escritora; fue una madre, esposa y una mujer que desafió las convenciones. Su legado, aunque incomprendido en su tiempo, ha perdurado y ha influido en generaciones posteriores.
Además, su habilidad para explorar lo siniestro en lo cotidiano y su enfoque único en personajes femeninos la convierten en una figura inspiradora para las mujeres que buscan desafiar las expectativas y encontrar su voz única en el mundo de la escritura.
Aunque su vida se vio empañada por la agorafobia y problemas de salud, Shirley continuó escribiendo hasta su prematura muerte a los 49 años en 1965. Su obra sigue viva, inspirando a escritores contemporáneos y a todas las que se atreven a explorar lo desconocido y desafiar los límites de la creatividad.